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Cómo enseñar si vienes de otro sector: metodologías activas de aprendizaje

UNIE Universidad
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Cuando Lucy Kellaway, periodista y columnista del Financial Times, decidió a los 57 años adentrarse en un aula de secundaria como profesora, no lo hizo por rutina. Cambió columnas de opinión por clases de matemáticas en un instituto de Londres, y explicó después que, desde el primer día, «no he estado aburrida ni un segundo».

Ahora bien, para quienes vienen de otro sector —del diseño, la empresa, la comunicación o la tecnología—, entrar en el mundo educativo plantea algunas preguntas como ¿cuál es la forma de conectar con alumnos que tienen otra forma de aprender?, ¿qué papel tendrá tu experiencia previa? Aquí entran las metodologías activas de aprendizaje. Estas no son simples técnicas, sino modos de involucrar a quienes aprenden, de movilizar su curiosidad y de hacer que el aula no sea un escenario pasivo, sino un espacio de creación colectiva.

En UNIE Universidad lo tenemos claro. Ofrecemos el Máster Universitario Virtual en Formación del Profesorado para todos los que desean dar ese paso desde otro ámbito hacia la docencia con eficacia, entusiasmo y herramientas reales. Aquí no se trata simplemente de aprender teorías, sino de emprender un nuevo rumbo profesional hacia una enseñanza más participativa.

¿Qué son las metodologías activas?

Durante años, la enseñanza se ha apoyado en un modelo muy claro: el profesor explica y el alumno escucha. Pero hoy, la educación busca algo más. Las metodologías activas cambian esa lógica: ponen al estudiante en el centro del proceso, lo hacen participar, investigar, probar, equivocarse y volver a intentarlo. En lugar de memorizar para repetir, se trata de aprender haciendo.

El papel del profesor también cambia. Deja de ser solo quien transmite conocimiento para convertirse en guía y acompañante del aprendizaje. Esto no significa que desaparezca su papel, sino que se transforma. Dirige, plantea retos, escucha, propone caminos y ayuda a los alumnos a construir su propio aprendizaje.

Tipos de metodologías activas en educación

Aprendizaje basado en proyectos (ABP)

El Aprendizaje Basado en Proyectos consiste en plantear a los estudiantes un reto o una pregunta que deban resolver trabajando en equipo. Puede ser algo tan concreto como diseñar una campaña de sensibilización, crear un huerto escolar o investigar un problema real del entorno. Lo importante no es solo el resultado, sino todo el proceso: investigar, organizarse, planificar y presentar. Los alumnos ven para qué sirve lo que aprenden y se implican más porque el proyecto les pertenece.

Aprendizaje cooperativo

El Aprendizaje Cooperativo se basa en trabajar juntos, pero no de cualquier forma. Cada miembro del grupo tiene una responsabilidad concreta y el éxito depende de la aportación de todos. Este método enseña a escuchar, negociar, asumir roles y resolver conflictos, algo esencial dentro y fuera del aula. Además, permite que los alumnos aprendan unos de otros: quien explica un concepto lo refuerza, y quien lo recibe lo entiende desde otra voz, a menudo más cercana que la del profesor

Gamificación y ludificación

La Gamificación utiliza elementos del juego para aprender: puntos, retos, niveles o recompensas. Pero no se trata de convertir la clase en un videojuego, sino de aplicar su lógica para motivar y mantener la atención. Por ejemplo, un sistema de insignias por completar tareas o una dinámica de “escape room” educativa puede transformar una sesión normal en una experiencia donde los alumnos se implican más, colaboran y disfrutan aprendiendo.

Flipped classroom (aula invertida)

En la aula invertida, el contenido teórico se trabaja fuera del aula —con vídeos, lecturas o recursos digitales—, y el tiempo de clase se dedica a aplicar lo aprendido: resolver dudas, practicar, debatir o hacer proyectos. Este modelo permite aprovechar mejor el tiempo presencial, da más autonomía al alumno y cambia el ritmo de la clase. En lugar de escuchar pasivamente, los estudiantes llegan preparados y listos para participar.

Aprendizaje basado en problemas

En el Aprendizaje Basado en Problemas, el punto de partida es un caso o una situación real que requiere ser analizada y resuelta. Los estudiantes investigan, formulan hipótesis, buscan información y proponen soluciones. El objetivo no es solo encontrar la respuesta, sino aprender a pensar, razonar y decidir. Es una metodología muy útil para desarrollar el pensamiento crítico y la capacidad de aplicar el conocimiento en contextos reales.

Aprendizaje-servicio

El Aprendizaje-Servicio une dos cosas: aprender y contribuir a la comunidad. Los estudiantes aplican lo que aprenden en clase para mejorar su entorno, como organizar campañas de recogida de alimentos, dar clases de refuerzo a otros alumnos o diseñar soluciones sostenibles para su barrio. Este enfoque da un sentido social al aprendizaje y fomenta la empatía, el compromiso y la responsabilidad. Los alumnos descubren que lo que aprenden puede tener un impacto positivo en la vida de los demás.

Design Thinking

El Design Thinking o pensamiento de diseño adapta al aula la forma en que trabajan los equipos creativos. Primero se comprende el problema, luego se generan ideas, se crean prototipos y se prueban soluciones. Aplicado a la enseñanza, convierte a los estudiantes en diseñadores de soluciones, no solo en receptores de contenido.

Beneficios de las metodologías activas en el aula

Fomento del pensamiento crítico y la creatividad

Cuando los alumnos dejan de limitarse a escuchar y pasan a participar, su forma de pensar cambia. Las metodologías activas les invitan a hacerse preguntas, a contrastar ideas y a buscar soluciones propias. No se trata solo de aprender contenidos, sino de aprender a pensar con criterio. Cada vez más estudios demuestran que estas dinámicas despiertan la imaginación y mejoran la capacidad de resolver problemas de forma original. En otras palabras, no solo aprenden a repetir lo que saben, sino a darle un uso nuevo.

Mejora del compromiso y la motivación del estudiante

Un alumno que tiene un papel activo se implica más. Cuando sabe que su opinión cuenta, que su trabajo en grupo importa o que sus ideas pueden cambiar el rumbo del proyecto, la motivación crece sola. Hay estudios que muestran que los estudiantes que participan en actividades dinámicas y colaborativas aprenden más y abandonan menos. No es casualidad: cuando sientes que eres parte del proceso, te comprometes de otra manera.

Desarrollo de habilidades sociales y colaborativas

Trabajar en equipo no siempre es fácil, pero es una de las mejores escuelas de aprendizaje. Las metodologías activas ponen a los alumnos en situaciones donde tienen que escuchar, negociar, proponer y llegar a acuerdos. De ahí nacen habilidades que no se enseñan en un libro: empatía, comunicación, liderazgo compartido y capacidad de colaborar. Son competencias que luego resultan esenciales en cualquier ámbito profesional.

Además, cuando los alumnos se ayudan entre sí, el conocimiento se refuerza.

Retos y consideraciones al aplicar metodologías activas

Resistencia al cambio por parte de docentes y estudiantes

Cambiar la forma de enseñar y de aprender no siempre es sencillo. Muchos docentes llevan años acostumbrados a un modelo más tradicional, donde la clase sigue una estructura clara y el control está en sus manos. Pasar a un formato más abierto puede generar dudas: ¿funcionará?, ¿tendrán los alumnos la misma base?, ¿cómo evaluar este tipo de trabajo?

Por parte del alumnado también puede haber cierta resistencia. Algunos estudiantes prefieren que les digan exactamente qué hacer y cómo hacerlo. Las metodologías activas les sacan de esa zona cómoda, porque les piden implicarse más, participar y asumir responsabilidad.

Necesidad de formación docente continua

Aplicar estas metodologías no consiste en cambiar unas fichas por otras. Supone rediseñar la forma de enseñar, planificar nuevas dinámicas, adaptar la evaluación y, sobre todo, atreverse a probar cosas distintas.

Para hacerlo bien, los docentes necesitan apoyo y formación. Espacios donde compartir experiencias, aprender nuevas herramientas, analizar resultados y mejorar con otros compañeros. Sin esa base, es fácil que la metodología se quede a medio camino.

También las instituciones educativas tienen un papel importante. Facilitar recursos, ofrecer tiempo para planificar y promover una cultura de aprendizaje entre los propios profesores es lo que marca la diferencia entre un experimento aislado y un cambio real en la forma de enseñar.

 

Terminar un proyecto educativo no debería ser el punto final, sino el comienzo de una forma distinta de entender la enseñanza. Las metodologías activas nos recuerdan que aprender no es acumular información, sino participar, construir y compartir. Cada clase puede ser un espacio de descubrimiento, donde docentes y alumnos crecen a la vez, donde el error tiene valor y donde la curiosidad marca el ritmo. Enseñar así requiere valentía, porque implica renunciar al control total y confiar en el proceso.

En UNIE Universidad, acompañamos a quienes quieren dar ese paso: profesionales que desean enseñar desde la experiencia y aprender a hacerlo con las herramientas del presente. Nuestro Máster Universitario Virtual en Formación del Profesorado está pensado precisamente para eso: para ayudarte a construir tu camino como docente, con un enfoque práctico, actual y conectado con la realidad del aula.

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