¿Se puede ahorrar sin contaminar? Black Friday y consumo consciente
El año pasado, durante el Black Friday, se realizaron más de 180 millones de compras en apenas cuatro días solo en Europa. Productos que, en muchos casos, ni siquiera estaban en la lista de necesidades reales de quien los compró. Ese vértigo de consumo se ha convertido en un símbolo de nuestro tiempo. El deseo de ahorrar, pero también la contradicción de hacerlo a costa del planeta.
Cada noviembre repetimos el mismo ritual: descuentos, alertas, envíos urgentes, devoluciones… Ahora bien, ¿podemos seguir comprando igual sabiendo el impacto que tiene cada clic? El consumo consciente ya no es una moda, sino una respuesta necesaria a un modelo que nos empuja a adquirir más de lo que necesitamos.
El Black Friday es un espejo en el que se reflejan nuestras contradicciones, pero también una oportunidad para repensar la manera en que nos relacionamos con el consumo. Hay empresas que están intentando hacerlo distinto, y consumidores que empiezan a premiar esa coherencia. ¿Y si el verdadero ahorro no estuviera en el precio, sino en el impacto que decidimos evitar?
Desde UNIE Universidad creemos que comprender cómo se comportan las marcas y los consumidores es clave para transformar la economía y la comunicación hacia un futuro más sostenible. Por eso formamos a los profesionales que liderarán ese cambio, a través de programas como el Grado en Marketing y Comunicación o el Máster en Marketing Digital y Analítica. Porque entender cómo compramos es, también, entender cómo queremos vivir.
¿Qué es el consumo consciente y por qué es más importante que nunca?
Cada vez que compramos algo, no solo elegimos un producto, también elegimos cómo se ha fabricado, qué materiales se han usado y qué tipo de empresa hay detrás. Eso es, en esencia, es el consumo consciente. Entender que cada compra tiene una consecuencia y que nosotros decidimos cuál queremos provocar.
Hoy, este enfoque es más importante que nunca. No se trata solo de “comprar menos”, sino de comprar mejor. De conocer el origen de lo que adquirimos, de apostar por productos que duren, que se puedan reparar, o que respeten a quienes los hacen. Este cambio de mentalidad va más allá de los hábitos personales, ya que también influye en cómo las marcas diseñan, producen y comunican.
Consumo impulsivo vs. consumo responsable
El consumo impulsivo es ese clic rápido que hacemos al ver un “-50% solo hoy”. Nos da una sensación inmediata de satisfacción, pero suele durar poco. Muchas veces, el producto termina olvidado en un cajón o devuelto días después. En cambio, el consumo responsable nos invita a parar un segundo y pensar: ¿realmente lo necesito? ¿Lo voy a usar de verdad? ¿Podría conseguirlo de otra forma, de segunda mano o reparando lo que ya tengo?
Y además, cuando elegimos bien, estamos apoyando a marcas que trabajan de otra manera: con materiales sostenibles, procesos éticos y un modelo de negocio más justo.
Black Friday: entre el ahorro y la sobrecompra
Origen y evolución de esta jornada de consumo global
El Black Friday nació en Estados Unidos en los años cincuenta, cuando las calles de Filadelfia se llenaban de tráfico y multitudes el día después de Acción de Gracias. Los comerciantes aprovecharon esa avalancha de gente para lanzar descuentos y dar el pistoletazo de salida a la campaña de Navidad. Con los años, el término “black” dejó de referirse al caos del tráfico para simbolizar algo positivo: el momento en que las tiendas pasaban de estar “en números rojos” a “en números negros”, es decir, a tener beneficios.
Décadas después, el fenómeno se extendió por todo el mundo, primero con las grandes superficies y después con el comercio online. Hoy, el Black Friday es casi una temporada. Algunas tiendas empiezan semanas antes, otras alargan las ofertas hasta el “Cyber Monday” o incluso más allá.
¿Se ahorra tanto como parece? Lo que no siempre se cuenta
Durante el Black Friday, las tiendas se llenan de descuentos increíbles, pero la realidad no siempre es tan brillante. Muchos estudios han demostrado que parte de las rebajas son precios inflados previamente o descuentos mínimos disfrazados de grandes gangas. A eso se suma otro problema: el impulso de comprar cosas que no necesitamos “porque son baratas”.
Ese “ahorro” acaba saliendo caro: más residuos, más transporte, más emisiones y más objetos acumulados que pierden valor enseguida. De hecho, algunas plataformas ya promueven alternativas como reparar, donar o intercambiar en lugar de comprar.
¿Es posible un Black Friday sostenible y responsable?
Cada vez más personas —y marcas— se preguntan si es posible vivir este día de otra manera. Una en la que ahorrar y cuidar el planeta no sean cosas opuestas.
Iniciativas que promueven un Black Friday consciente
El movimiento Green Friday nació en 2015 precisamente para responder a esa pregunta. En lugar de empujar al consumo desmedido, invita a reflexionar sobre lo que compramos y a optar por alternativas más sostenibles: reparar, reutilizar o incluso no comprar. En muchos países, esta idea ha ido ganando fuerza. En España, por ejemplo, algunas marcas locales aprovechan estas fechas para ofrecer talleres de reparación o descuentos en servicios de mantenimiento, en lugar de lanzar rebajas masivas.
También han surgido campañas como Circular Monday, que se celebra justo después del Black Friday, y que anima a dar una segunda vida a los productos. Tiendas de segunda mano, cooperativas y pequeños negocios se suman para demostrar que un modelo más responsable no solo es posible, sino también rentable.
Marcas que apuestan por descuentos con propósito
Algunas empresas han decidido no participar en el Black Friday, y otras han encontrado formas más coherentes de hacerlo. Patagonia, por ejemplo, donó el 100 % de sus beneficios de un Black Friday a organizaciones medioambientales. IKEA lanzó una iniciativa de recompra de muebles para fomentar la reutilización. Y marcas como Ecoalf o Tropicfeel aprovechan estos días para promover productos reciclados o campañas solidarias.
Este tipo de acciones no buscan eliminar las compras, sino darles un sentido distinto. Si cada promoción sirviera para apoyar una causa o reducir el impacto ambiental, el Black Friday podría dejar de ser sinónimo de exceso y convertirse en una oportunidad para generar impacto positivo.
Alternativas al consumo masivo: donaciones, reparaciones y trueques
No todo pasa por el carrito de compra. Muchas personas aprovechan estas fechas para hacer limpieza, donar lo que no usan o reparar aquello que tienen estropeado. En los últimos años, los talleres de reparación se han multiplicado, y cada vez es más común que las marcas ofrezcan servicios para alargar la vida útil de los productos.
También hay un auge de los intercambios entre particulares: desde plataformas digitales hasta mercadillos locales donde la gente cambia libros, ropa o tecnología. Es una forma de mantener el espíritu del ahorro, pero desde una mirada más colectiva y sostenible.
Black Friday y el futuro del consumo: ¿puede ser una oportunidad para el cambio?
El poder de los consumidores para transformar el mercado
A menudo pensamos que las grandes decisiones dependen solo de las empresas, pero no es así. Cada vez que elegimos una marca, estamos mandando un mensaje: este modelo me representa, este no. Si miles de personas deciden comprar productos duraderos, exigir materiales reciclados o rechazar prácticas abusivas, las compañías lo notan. Y cambian.
Esa es la verdadera fuerza del consumidor: no está solo en el dinero, sino en la coherencia. Elegir con criterio, preguntar, informarse, exigir. Las empresas no pueden mantenerse ajenas a esa presión. Cuando el consumo se vuelve consciente, el mercado se transforma. Quizás ahí esté la oportunidad: en entender que el Black Friday no tiene por qué ser un símbolo de exceso, sino un punto de inflexión hacia una forma más sensata y sostenible de consumir.