
Errores comunes al estudiar para selectividad y cómo evitarlos
Prepararse para la Selectividad no va solo de estudiar a todas horas ni de llenar la mesa de apuntes y subrayadores. Es una etapa intensa, con días buenos y días de bloqueo total, donde uno no sabe ni por dónde empezar. Todo eso forma parte del proceso. Y en medio de tanta presión, es muy fácil caer en errores que se repiten año tras año. Errores que no tienen que ver con lo listo que seas, sino con cómo te organizas, cómo estudias o cómo te cuidas.
Hay quienes pasan horas delante del libro sin enterarse de nada, otros que van sin un plan claro, y no faltan quienes se olvidan de descansar o de dormir bien creyendo que así sacarán más tiempo. Y al final, lo único que consiguen es agobiarse más. Por eso es tan importante identificar a tiempo esos fallos que todos, en algún momento, cometemos. Unos errores que hoy te queremos contar, y sobre todo, ayudarte a solucionarlos.
En el blog de UNIE Universidad, hablamos a menudo de todo esto. Damos consejos sencillos, útiles y realistas para preparar la Selectividad sin perder la cabeza. Desde cómo organizar tu semana de estudio hasta trucos para concentrarte mejor o cuidar tu salud mental en los días previos al examen.
Falta de comprensión de los conceptos
Memorización sin entendimiento
Uno de los errores que más se repite cuando se estudia es intentar aprenderse los temas de memoria sin entender realmente lo que se está leyendo. Pero la realidad es que si solo memorizas frases o esquemas, en cuanto te cambien un poco la forma de preguntarte algo, te bloqueas
Lo que funciona mejor es entender el “por qué” de lo que estás estudiando. Si algo no te cuadra, no sigas adelante como si nada. Pregunta, busca ejemplos, relaciona conceptos. Aunque tardes un poco más, lo vas a recordar mejor y te sentirás más seguro en el examen.
Comprensión superficial del material
Otra cosa que pasa mucho es quedarse en la superficie del temario. Es decir, leerlo rápido, subrayar cuatro ideas y pasar al siguiente tema sin haber profundizado en el contenido. Y claro, cuando llega el examen, no sabes cómo explicar lo que has leído porque en realidad no lo has entendido del todo, ni lo has conectado con el resto del temario. Solo lo has “leído por encima”.
Este tipo de lectura superficial está muy extendida y afecta a la comprensión real de los textos, algo que no solo es importante para aprobar un examen, sino para enfrentarse a cualquier situación en la vida adulta.
Distracciones durante el estudio
Estudiar en ambientes ruidosos
Puede parecer una obviedad, pero muchas veces no se le da la importancia que tiene: el lugar donde estudias influye mucho en tu capacidad de concentrarte. Si estás en una habitación con ruido, gente hablando, la tele de fondo o la música a tope, tu cerebro tiene que hacer un esfuerzo extra para centrarse. Y claro, eso cansa, y hace que rindas menos.
Lo ideal es buscar un sitio tranquilo, con buena luz, donde puedas estar sin interrupciones al menos durante un rato largo. No hace falta que sea una biblioteca silenciosa tipo película americana, pero sí un espacio donde te sientas cómodo y puedas estar a lo tuyo.
Uso excesivo de dispositivos electrónicos
Otra distracción potente: el móvil. Seguro que te ha pasado estar estudiando, sonar una notificación y acabar en Instagram sin saber cómo. El móvil es una herramienta útil, sí, pero también un ladrón de tiempo si no se controla.
Ponlo en modo avión mientras estudias, déjalo en otra habitación, o usa apps que bloquean redes sociales durante un rato. Notarás cómo aprovechas mejor el tiempo y acabas antes.
Saltarse descansos regulares
No programar pausas durante las sesiones de estudio
Cuando te metes en faena, puede parecer buena idea seguir sin parar para “aprovechar el tirón”. Pero estudiar sin descansos no te hace más productivo, todo lo contrario. Tu cerebro necesita parar de vez en cuando para poder seguir rindiendo. Si no, te saturas, y acabas leyendo sin enterarte de nada.
Una técnica muy conocida que puede ayudarte es la del Pomodoro: 25 minutos de estudio, 5 minutos de descanso. Después de cuatro bloques, haces una pausa más larga. Parece simple, pero funciona. Te obliga a concentrarte en periodos cortos y te da pequeñas recompensas que ayudan a mantener el ritmo.
Ignorar la necesidad de relajación mental
Además de las pausas durante el estudio, es importante que encuentres momentos en el día para desconectar del todo. No hablamos de dormir (que también), sino de hacer cosas que te relajen de verdad: dar un paseo, ver una serie, hablar con amigos, escuchar música. Si no le das a tu cabeza ese respiro, lo más probable es que termines colapsando cuando más necesitas estar bien.
Entorno de estudio inadecuado
Espacio desorganizado y desordenado
Si tu escritorio parece una especie de jungla de papeles, bolígrafos sueltos y cables enredados… tenemos un problema. Puede parecer que no influye tanto, pero estudiar en un sitio desordenado te resta concentración sin que te des cuenta. Cada vez que tienes que buscar un apunte entre montones de hojas o que no encuentras el boli azul “porque con ese te concentras mejor”, estás perdiendo tiempo y energía. Y sí, a largo plazo, eso se nota.
Una mesa despejada, con lo justo para estudiar, hace que tu cabeza también esté más ordenada. Prueba a dejar solo lo que vas a necesitar esa tarde: el libro, el cuaderno, el estuche, agua y poco más.
Falta de iluminación adecuada
Estudiar con poca luz no solo te da sueño antes de tiempo, también cansa la vista, te duele la cabeza y acabas desconectando sin querer. A veces no le damos importancia, pero la luz es clave. Lo ideal es aprovechar la luz natural, y si no es posible, una lámpara de escritorio con luz blanca fría te ayudará a mantenerte más despierto y enfocado.
Descuidar la salud mental y la importancia del sueño
Ignorar signos de estrés y ansiedad
Estudiar bajo presión forma parte del proceso, claro, pero una cosa es estar nervioso y otra muy distinta es vivir con un nudo en el estómago constante. Si notas que te cuesta concentrarte, que te sientes agobiado sin saber por qué, o que todo te supera aunque estés haciendo las cosas bien… para un momento. Descansa. Respira.
No se trata de rendirse, sino de no dejar que la ansiedad te coma. Hay técnicas que ayudan: escribir lo que te preocupa, hacer un poco de ejercicio, incluso escuchar música tranquila o salir a dar una vuelta.
No dormir lo suficiente antes de los exámenes
Una de las mayores trampas es pensar que dormir menos para estudiar más es una buena idea. Y no, no lo es. Cuando no duermes bien, tu cerebro no rinde. Así de claro. Y lo que es peor: lo que estudias a las tantas de la madrugada probablemente ni lo recuerdes al día siguiente.
Dormir entre 7 y 8 horas es una parte fundamental del estudio. Mientras duermes, tu cerebro ordena la información, fija los conceptos y recupera energía. Dormir poco es como ir a un examen con la batería a medias.
Procrastinación y estudios de última hora
Falta de consistencia en el estudio diario
Dejarlo todo para el final es uno de los errores más comunes… y más peligrosos. Al principio parece que tienes tiempo de sobra, pero los días pasan volando, y cuando quieres darte cuenta, estás a una semana del examen sin haber tocado la mitad del temario. El estrés que eso genera es brutal.
La clave está en hacer un poco cada día. Aunque solo puedas dedicarle una hora, si lo haces con regularidad, llegarás mucho mejor preparado y sin ese agobio del último minuto. La consistencia siempre gana a la intensidad.
Falta de organización general
No tener un plan de estudio claro
Ir improvisando cada día lo que vas a estudiar puede parecer más “libre”, pero en realidad solo genera caos. Si no sabes qué toca hoy ni cuánto te queda por repasar, entras en bucle. Te da la sensación de que no llegas, aunque quizás sí podrías… si tuvieras un plan.
No hace falta hacer un Excel complicadísimo. Basta con un calendario o una hoja de papel donde apuntes qué materia vas a estudiar cada día, qué días repasarás, y cuándo te dejarás huecos para descansar o ponerte al día si algo se retrasa. Saber lo que toca hoy te quita un peso de encima y te hace avanzar con más tranquilidad.
Al final, estudiar va de encontrar una forma que funcione para ti, de entender lo que estudias, de organizarte un poco mejor y, sobre todo, de no olvidarte de cuidarte por el camino. Porque sí, es una etapa importante, pero no tiene por qué ser un suplicio. Y si estás pensando en lo que viene después, recuerda que elegir dónde seguir formándote también es parte del camino. En UNIE Universidad apostamos por una forma de aprender práctica, cercana y conectada con el mundo real, para que puedas seguir creciendo académicamente.