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Al Salir de Clase

¿Es posible la teletransportación? ¿Y qué pasaría si pudiéramos teletransportarnos?

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Desde que existen las historias de ciencia ficción, el teletransporte ha ocupado un lugar privilegiado en nuestra imaginación colectiva. Saltar de un punto del universo a otro en cuestión de segundos, sin aviones, ni carreteras, sigue siendo una de las ideas más fascinantes —y más inquietantes— que hemos proyectado sobre el futuro. Pero tras esa fantasía, se esconde un reto científico monumental que la física moderna apenas empieza a rozar con la punta de los dedos.

La física cuántica ha demostrado, con experimentos reales, que la información puede “teletransportarse” entre partículas a distancias sorprendentes. Eso sí: entre la transferencia de un estado cuántico y la desmaterialización completa de un ser humano hay un abismo tan vasto como complejo. Un abismo que no solo plantea dudas técnicas, sino dilemas éticos, filosóficos y existenciales.

¿Qué es el teletransporte? Entre la ciencia y la ficción

El teletransporte ha sido una idea fascinante en la ciencia ficción, desde las cabinas de "Star Trek" hasta los portales instantáneos en videojuegos. Sin embargo, en el mundo real, la ciencia ha logrado avances en la teletransportación cuántica, que no implica mover objetos físicos, sino transferir información sobre el estado de una partícula a otra distante. Este fenómeno se basa en el entrelazamiento cuántico, donde dos partículas están tan conectadas que lo que le sucede a una afecta instantáneamente a la otra, sin importar la distancia que las separa.

Desafíos técnicos para la teletransportación humana

Complejidad de los estados cuánticos en seres vivos

Hoy por hoy, la física no nos da las herramientas necesarias para teletransportar a un ser vivo o a una persona. Para hacerlo, habría que registrar con precisión el estado de cada partícula del cuerpo humano (y no son pocas), enviarlo todo y volver a montarlo desde cero en otro lugar. El problema es que no se puede copiar un estado cuántico exacto sin destruir el original. Tampoco podemos enviar esa información a la velocidad de la luz sin usar canales clásicos de comunicación. Además, cualquier error en la transmisión podría tener consecuencias impredecibles.

Requerimientos energéticos para desintegrar y recomponer materia

Descomponer un cuerpo humano en sus componentes fundamentales y luego reconstruirlo en otro lugar requeriría una cantidad de energía colosal. Además, se necesitaría una infraestructura capaz de manejar y procesar esta información de manera instantánea y sin errores. Actualmente, no disponemos de la tecnología ni de la comprensión necesaria para llevar a cabo semejante hazaña.

Estabilidad de qubits y problemas de decoherencia

Con partículas pequeñas como fotones, sí se ha conseguido teletransportar información. Incluso se ha hecho entre laboratorios separados por kilómetros. Pero hablamos de datos, no de materia. Y menos aún de personas. Los objetos inanimados grandes (como una taza o una piedra) aún no han sido teletransportados porque ni siquiera sabemos cómo codificar toda su información.

Parte de culpa la tienen los qubits, unidades básicas de información en la computación cuántica, son extremadamente sensibles al entorno. La decoherencia cuántica, que es la pérdida de coherencia en los estados cuánticos debido a la interacción con el entorno, representa un obstáculo significativo.

Imposibilidades actuales de la teletransportación humana

Comparación con la teletransportación de objetos inanimados: la teletransportación cuántica

Cómo hemos hablado anteriormente, la teletransportación de objetos inanimados cómo una taza por ahora, no es posible. Sin embargo, la teletransportación cuántica sí que existe. Ahora bien, ¿qué significa esto realmente?

La teletransportación cuántica no mueve materia física de un sitio a otro, sino que transfiere información cuántica de una partícula a otra. Es decir, no es que la partícula “viaje”, sino que su estado (todo lo que la define a nivel cuántico) aparece en otra partícula que estaba previamente entrelazada con ella.

¿Y qué es eso del entrelazamiento cuántico? Es uno de los fenómenos más raros y fascinantes de la física: dos partículas entrelazadas están tan conectadas que, si cambias una, la otra cambia automáticamente aunque estén a kilómetros de distancia.

La clave de la teletransportación cuántica es usar ese entrelazamiento para “enviar” un estado cuántico sin mover la partícula en sí. Esto ya se ha hecho con fotones (partículas de luz), e incluso con algunos átomos simples. ¿Dónde está el truco? Pues en que este proceso no copia la información: al transferir el estado cuántico, el original desaparece. Y eso es importante, porque según las leyes de la física cuántica, no se puede clonar un estado cuántico. Así que el sistema “destruye” la información del original y la “recrea” en el destino. Literalmente, se borra aquí y aparece allí.

Pero entonces, ¿por qué no podemos hacer esto con una taza, un gato o una persona? Porque todo esto solo funciona con sistemas muy, muy simples. Cuando hablamos de objetos inanimados más grandes, el número de partículas que los componen se dispara, y con ello la cantidad de información cuántica que habría que codificar, transmitir y reconstruir. Para una simple taza, estaríamos hablando de trillones de trillones de datos.

Además, aunque el entrelazamiento es instantáneo, se necesita también un canal de comunicación clásico (como una señal normal) para completar el proceso. Eso significa que, por ahora, la teletransportación cuántica no puede ser más rápida que la velocidad de la luz.

Y luego está el gran enemigo de todo esto: la decoherencia cuántica. Es un fenómeno que ocurre cuando un sistema cuántico entra en contacto con su entorno (el aire, la temperatura, el ruido…). En ese momento, se “rompe” el delicado estado cuántico y se pierde la información. Por eso los experimentos de teletransporte cuántico se hacen en condiciones ultra controladas, con temperaturas cercanas al cero absoluto y entornos aislados.

Implicaciones éticas y filosóficas de la teletransportación humana

Preservación de la identidad y la conciencia

Hay una gran pregunta que nadie sabe responder: si me desintegran y me reconstruyen en otro sitio, ¿sigo siendo yo o soy una copia exacta de mí mismo?

Es un dilema que va más allá de la ciencia: toca de lleno en lo que entendemos por conciencia, memoria, identidad… Si se borra el original para crear una copia, ¿esa copia “siente” como yo? ¿Sabe que es yo? A día de hoy, nadie lo puede asegurar.

Consecuencias sociales y morales de la teletransportación

Si algún día llegara a funcionar, el teletransporte cambiaría muchas cosas: desde cómo trabajamos hasta cómo nos relacionamos. Pero también abriría la puerta a preguntas muy delicadas: ¿se podría clonar a una persona sin su permiso? ¿Qué pasa si algo sale mal durante el proceso? ¿Quién controla esta tecnología? Como suele pasar, la ciencia avanza más rápido que las leyes y la ética, y si no pensamos estas cosas con tiempo, podríamos acabar en un buen lío.

Predicciones futuras sobre la viabilidad del teletransporte

Estudios y proyecciones tecnológicas hacia 2070

¿Llegaremos a teletransportarnos algún día? Hay científicos que creen que sí, aunque no será mañana. Algunos informes apuntan al año 2070 como una fecha posible para ver avances serios en este campo. Eso no significa que vayamos a desaparecer en el salón de casa y aparecer en el sitio que queramos, pero sí que podríamos ver aplicaciones reales de esta tecnología, aunque sea a otro nivel.

De momento, lo que se investiga es cómo enviar información cuántica (no materia física) a grandes distancias. Pero pasar de ahí a personas es otra historia. Hacen falta décadas de investigación, nuevos materiales, ordenadores cuánticos mucho más potentes… y, por qué no decirlo, bastante suerte.

Potenciales aplicaciones en transporte y medicina

Ahora bien, aunque aún no podamos teletransportar personas, sí se están pensando usos muy interesantes de esta tecnología. Por ejemplo, en medicina, se habla de la posibilidad de “mover” datos médicos a la velocidad de la luz entre hospitales, o de enviar órganos impresos en 3D justo cuando y donde hagan falta. Suena a ciencia ficción, pero ya hay proyectos en marcha para mejorar la logística médica usando comunicación cuántica.

En transporte, más que movernos sin movernos, lo que se estudia es cómo usar la teletransportación cuántica para que los coches autónomos hablen entre sí de forma segura, o para que los sistemas de control de trenes o aviones sean más rápidos y fiables. Es decir: no va de desaparecer y aparecer, sino de mejorar lo que ya tenemos.

Probabilidades cuánticas y realidad del autoteletransporte humano

Cálculos de probabilidad y escenarios improbables

¿Y si te dijeran que, en teoría, podrías teletransportarte ahora mismo? Pues sí, en teoría es posible... pero la probabilidad es tan baja que no compensa ni pensarlo. La probabilidad de que un ser humano se “autoteletransporte” de forma espontánea es tan ridículamente pequeña que, si lo hiciera, lo más probable es que antes ocurrieran trillones de cosas aún más improbables, como que un ladrillo se desplace solo o que todos los átomos de tu cuerpo se alineen por casualidad.

Es un buen ejemplo de cómo la física cuántica permite cosas rarísimas... pero solo a escalas muy pequeñas. Para nosotros, las probabilidades juegan claramente en contra.

Hipótesis de desensamblaje y congelación

Hay otra teoría que suena un poco inquietante, pero se ha discutido bastante: ¿y si un sistema de teletransporte funcionara descomponiendo tu cuerpo en un sitio, enviando todos los datos, y luego reconstruyéndolo en otro punto? Algunos lo comparan con congelarte, pausar tu ciclo biológico, y luego “encenderte” de nuevo en otro sitio.

La ciencia aún no sabe si eso sería viable… ni si seguirías siendo tú después del proceso. ¿Tu conciencia se movería contigo? ¿O solo crearíamos una copia exacta y tú desaparecerías? Son preguntas enormes que, por ahora, no tienen respuesta, pero que muchos filósofos y científicos se siguen haciendo.

 

Si te has quedado con ganas de saber más, en el nuevo episodio de Qué pasaría si… de UNIE Universidad hablamos justo de esto: de cómo funciona la teletransportación cuántica, qué se ha conseguido hasta ahora y hasta dónde podría llegar. Te lo contamos de forma clara, entretenida y con ejemplos que cualquiera puede entender.

 

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