
Reconectar el cuerpo y el cerebro: el poder de la fisioterapia neurológica
Desde hace siglos, el ser humano ha intuido que el cuerpo y la mente —o el cerebro— están profundamente conectados. En la Grecia clásica, Hipócrates ya defendía que las lesiones cerebrales podían afectar al movimiento y al habla. En la medicina tradicional china, se trabajaba sobre puntos energéticos distribuidos por todo el cuerpo para restablecer el equilibrio interno. Incluso en el Renacimiento, Leonardo da Vinci dedicó años al estudio anatómico del sistema nervioso, buscando entender cómo las órdenes del cerebro se traducían en gestos, movimientos y expresión.
Hoy, esta visión se ha convertido en ciencia aplicada. La fisioterapia neurológica es uno de los mejores ejemplos: una disciplina que trabaja sobre esa conexión esencial entre el sistema nervioso y el aparato motor, y que tiene un impacto directo en la recuperación de personas con daños neurológicos.
Este enfoque redefine la manera de entender la rehabilitación. En el Grado en Fisioterapia de UNIE Universidad, ponemos el foco de nuestra formación precisamente en esa mirada integral, científica y humana.
¿Qué es la fisioterapia neurológica?
Cuando una parte del sistema nervioso deja de funcionar como debería —ya sea por un ictus, una enfermedad o una lesión—, muchas veces el cuerpo se descoordina. Los músculos se tensan, la movilidad se reduce, y tareas cotidianas como caminar, vestirse o incluso mantenerse de pie se convierten en un desafío. Ahí es donde entra la fisioterapia neurológica.
Este tipo de tratamiento se basa en la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse, incluso después de haber sufrido daños. A eso se le llama neuroplasticidad, y es el pilar sobre el que trabaja esta disciplina. El fisioterapeuta, a través de técnicas muy específicas y adaptadas a cada persona, guía al cuerpo para que recupere funciones perdidas o las compense con otras nuevas.
Principales patologías que se tratan con fisioterapia neurológica
Accidente cerebrovascular (ictus)
Después de un ictus, muchas personas pierden fuerza en un lado del cuerpo, tienen dificultades para andar o incluso para hablar. La fisioterapia empieza lo antes posible, en algunos casos incluso en cama, y trabaja aspectos como el equilibrio, la movilidad del brazo o la prevención de rigideces. Cada sesión está pensada para recuperar la independencia del paciente poco a poco.
Esclerosis múltiple
La esclerosis múltiple afecta al sistema nervioso central y puede provocar fatiga extrema, debilidad o problemas de coordinación. Aquí, la fisioterapia tiene el objetivo de mantener la movilidad, prevenir la rigidez y ayudar a gestionar el esfuerzo diario sin llegar al agotamiento. También se enseña a conservar energía y moverse de forma más eficiente.
Enfermedad de Parkinson
Las personas con Parkinson a menudo experimentan temblores, rigidez y lentitud de movimientos. El fisioterapeuta trabaja para mantener la marcha, mejorar el equilibrio y evitar caídas. También se entrenan cambios de ritmo, ejercicios respiratorios y técnicas para que los movimientos sean más fluidos y seguros.
Parálisis cerebral
La parálisis cerebral afecta al desarrollo motor desde la infancia. En estos casos, la fisioterapia acompaña a lo largo de toda la vida. Se trabaja con el niño o la niña —y también con su entorno— para favorecer posturas más funcionales, movimientos voluntarios y habilidades cotidianas que les ayuden a ganar autonomía.
Lesiones cerebrales traumáticas
Una caída, un accidente o un golpe fuerte en la cabeza puede provocar una lesión cerebral con secuelas muy variadas y muy graves. Dependiendo de la zona afectada, el trabajo del fisioterapeuta puede centrarse en la movilidad, el control del tronco, el equilibrio o la coordinación.
Lesiones medulares
Cuando la médula espinal se ve dañada, el cuerpo deja de recibir o enviar señales a ciertas partes. En estos casos, la fisioterapia busca mantener el mayor grado de movilidad posible, evitar contracturas, mejorar la postura y, sobre todo, preservar la dignidad y la autonomía de la persona. También se trabaja mucho el autocuidado y la adaptación a nuevas rutinas.
Enfermedades neurodegenerativas
Aquí se incluyen patologías como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la ataxia o algunos tipos de demencia. Aunque desafortunadamente, por ahora no tienen cura, la fisioterapia neurológica puede ayudar a ralentizar la pérdida de funciones, mantener la movilidad el mayor tiempo posible y aliviar molestias.
Técnicas de fisioterapia neurológica
En la fisioterapia neurológica, no hay una única manera de hacer las cosas, porque cada cuerpo y cada caso es distinto. Algunas técnicas se basan en el contacto directo: el fisioterapeuta coloca sus manos en zonas concretas del cuerpo para guiar el movimiento, corregir posturas o ayudar a que los músculos se activen de forma más natural.
Otras se apoyan en estímulos: por ejemplo, hacer que el pie toque una superficie fría para provocar una reacción, o usar vibración para despertar una zona del cuerpo que está apagada. También se trabajan posiciones concretas —sentado, de pie, en movimiento— que ayudan a que el cerebro y el cuerpo se coordinen mejor.
Y en algunos centros se utilizan aparatos como plataformas de equilibrio, espejos, o incluso sistemas de realidad virtual que hacen el proceso más dinámico.
Tipos de ejercicios en la fisioterapia neurológica
Ejercicios de equilibrio y coordinación
Muchos pacientes con daño neurológico sienten que su cuerpo ya no “responde” igual. Les cuesta mantener el equilibrio, se tambalean al girar o necesitan apoyos para caminar. Los ejercicios de equilibrio y coordinación ayudan justo a eso: a recuperar la estabilidad y el control del cuerpo, aunque sea desde cero.
A veces se empieza con algo tan simple como mantenerse de pie sin moverse, con los pies juntos. Otras veces se trabaja caminando por una línea recta, pasando obstáculos o usando pelotas grandes para activar el tronco sin perder el control.
También se entrena la coordinación entre brazos y piernas, por ejemplo, con ejercicios de cruzamiento (llevar la mano derecha a la rodilla izquierda) o lanzando pelotas suaves de un lado a otro para mejorar reflejos y precisión.
Fortalecimiento muscular
Cuando hablamos de fortalecer, no nos referimos a levantar pesas en un gimnasio, sino a recuperar la fuerza suficiente para vestirse, coger un vaso o levantarse de la cama. El trabajo muscular puede comenzar simplemente contrayendo un músculo en la cama, y terminar levantándose desde una silla sin ayuda.
En algunos casos se trabajan músculos específicos que han perdido más función. En otros, se priorizan los grupos musculares que ayudan a mantener una postura correcta.
Control del movimiento y manejo de la espasticidad
Muchas personas con daño neurológico tienen espasticidad: una tensión muscular continua, involuntaria, que hace que el cuerpo esté rígido o se mueva de forma brusca. En estos casos, los ejercicios no se enfocan en “fortalecer”, sino en suavizar, relajar y recuperar el control.
Algunas técnicas, como el método Kabat o el concepto Bobath, buscan reorganizar cómo se activa el músculo. En lugar de que el cuerpo reaccione “a lo loco”, se intenta que los movimientos salgan de forma más ordenada y útil.
Objetivos de la fisioterapia neurológica
Mejora de la movilidad y la autonomía
El primer gran objetivo es que la persona pueda volver a moverse con más libertad y que sean capaces de recuperar parte de su independencia.
Además, no se trabaja solo el cuerpo, sino también la confianza. A muchas personas les da miedo volver a caminar o moverse tras una caída o un episodio neurológico. Por eso, recuperar la movilidad es también recuperar autoestima.
Este tipo de enfoque integral es precisamente el que se promueve en el Máster Universitario en Terapia Manual de UNIE, donde se combinan técnicas manuales con una comprensión del movimiento humano y su impacto en la vida de las personas.
Prevención de complicaciones secundarias
Cuando alguien pasa mucho tiempo sin moverse o se mueve mal, aparecen problemas añadidos: contracturas, úlceras por presión, infecciones respiratorias, caídas. La fisioterapia neurológica también sirve para prevenir todo eso. Se enseñan posturas más seguras, se moviliza el cuerpo aunque no haya fuerza para hacerlo activamente, y se mantiene en forma lo que aún está en funcionamiento.
Además, se forma a la familia y al entorno para que acompañen bien el proceso.
La fisioterapia neurológica va mucho más allá de los ejercicios físicos. Cada sesión es un pequeño avance: ponerse de pie, dar un paso, abrocharse una camisa, subir un escalón… Si te ves ayudando a otros desde ahí, puede que este sea tu camino. Puedes dar el primer paso con el Grado en Fisioterapia de UNIE Universidad, una formación pensada para quienes quieren contribuir de verdad a la vida de los pacientes.