
Fisioterapia oncológica: tratamiento y beneficios para pacientes con cáncer
El cáncer no solo pone a prueba el cuerpo del paciente, también su vida entera. Cada tratamiento, cada espera, cada avance médico trae consigo un impacto físico, emocional y social que transforma la rutina, los ritmos y la forma de vivir. En ese camino, muchas veces marcado por la incertidumbre, aparece la fisioterapia oncológica, que lejos de ser un complemento menor, es una disciplina más que necesaria.
Acompaña al paciente desde fases muy tempranas, ayudando a reducir los efectos secundarios de los tratamientos, recuperar la movilidad, controlar el dolor y, sobre todo, a recuperar cierta sensación de bienestar. La fisioterapia oncológica no se limita a lo físico: también cuida el ánimo, fortalece la autoestima y conecta al paciente con su capacidad de avanzar paso a paso.
Si te interesa profundizar más en esta especialidad, puedes encontrar información sobre el Grado en Fisioterapia de UNIE Universidad, donde se forman los profesionales que hacen posible este tipo de acompañamiento integral.
¿Qué es la fisioterapia oncológica?
Aunque no es muy conocida, la fisioterapia oncológica es una parte fundamental del tratamiento del cáncer. No se trata solo de mover el cuerpo o recuperar fuerza: va mucho más allá. Esta rama de la fisioterapia está centrada en acompañar a las personas durante y después del proceso oncológico, ayudándoles a recuperar funciones que pueden haberse visto afectadas por la enfermedad o por sus tratamientos.
El trabajo del fisioterapeuta se adapta en todo momento a la situación concreta del paciente: no es lo mismo una persona recién operada que alguien que está en pleno tratamiento de quimioterapia, o alguien que ya ha superado el cáncer pero arrastra algunas secuelas físicas.
Importancia en el tratamiento del cáncer
La fisioterapia oncológica forma parte del tratamiento, no es algo que venga “después” o “si hace falta”. Desde el principio puede ayudar a prevenir muchos de los efectos secundarios más comunes: pérdida de fuerza, fatiga, dificultad para respirar, problemas de cicatrización o incluso bloqueos emocionales relacionados con el movimiento y el dolor.
Por ejemplo, si alguien ha pasado por una cirugía de mama, el fisioterapeuta puede intervenir muy pronto para evitar que se pierda movilidad en el hombro o aparezca linfedema (una acumulación de líquido que es bastante común en estos casos). O si un tratamiento agresivo ha dejado a la persona muy débil, se pueden plantear ejercicios suaves, guiados y seguros para ir recuperando poco a poco su capacidad física.
Beneficios de la fisioterapia oncológica
Mejora de la calidad de vida
Cuando hablamos de calidad de vida no nos referimos solo a “sentirse mejor”, sino a cosas muy concretas: poder subir escaleras sin agotarse, dormir mejor, ir a hacer la compra sin miedo a caerse o, simplemente, tener energía para pasar tiempo con los tuyos. Todo eso es lo que la fisioterapia puede aportar.
Reducción de efectos secundarios
Quimioterapia, radioterapia, operaciones… Todos estos tratamientos salvan vidas, pero también dejan secuelas. La fisioterapia ayuda a aliviarlas. ¿Cómo? Con técnicas específicas. Algunas intervenciones comunes incluyen el drenaje linfático para evitar o tratar el linfedema, masajes terapéuticos para aliviar tensiones y ejercicios que ayudan a mantener la movilidad en las zonas afectadas. También es muy útil para tratar cicatrices, prevenir retracciones musculares o mejorar la función respiratoria tras una cirugía torácica.
Apoyo emocional y social
Hay algo que muchas personas destacan tras recibir fisioterapia oncológica: no se sintieron solas. Porque más allá del ejercicio o las técnicas, el fisioterapeuta escucha, acompaña, adapta. Además, en algunos centros se ofrecen terapias grupales, donde personas en situaciones similares comparten espacio y experiencias. Estas sesiones, además de su efecto físico, generan redes de apoyo, fomentan la motivación y ayudan a sobrellevar mejor los momentos duros del tratamiento.
Técnicas utilizadas en la fisioterapia oncológica
Terapia descongestiva compleja
Como hemos hablado anteriormente, uno de los problemas más comunes después de algunos tratamientos oncológicos es el linfedema: una hinchazón que aparece sobre todo en brazos o piernas. La terapia descongestiva compleja es la herramienta principal para tratarlo. No es una única técnica, sino un conjunto: incluye drenaje linfático manual, vendajes compresivos, ejercicios suaves y cuidados básicos de la piel.
Drenaje linfático manual
Aquí hablamos de un tipo de masaje muy suave, lento y controlado. No es para relajar, sino para mover el líquido que se queda acumulado bajo la piel y que el cuerpo no puede drenar por sí solo. Suele aplicarse después de cirugías o radioterapia en zonas donde se han retirado ganglios. Es fundamental que lo realice un profesional formado específicamente en esta técnica.
Masaje oncológico
Este tipo de masaje se adapta a cada persona y a cada momento del tratamiento. No se aplican presiones fuertes ni se trabaja cualquier zona sin cuidado: se tiene en cuenta si hay cicatrices, dolor, prótesis o zonas sensibles. Lo que se busca es aliviar tensión muscular, reducir el estrés, mejorar el sueño y, en general, aportar un momento de calma.
Ejercicios terapéuticos
Moverse durante o después del tratamiento es clave. Pero no vale cualquier ejercicio, y no todo el mundo parte del mismo nivel. Por eso en fisioterapia oncológica se diseñan rutinas específicas según la situación física de cada persona. Algunos necesitan trabajar fuerza; otros, mejorar el equilibrio o la respiración. Lo importante es hacerlo bien, sin forzar, con objetivos concretos y adaptados.
Hidroterapia
Hacer ejercicio dentro de una piscina permite moverse sin dolor, con menos esfuerzo y con menos impacto para las articulaciones. Por eso la hidroterapia es tan útil en procesos de recuperación oncológica. Se pueden trabajar ejercicios de movilidad, coordinación o simplemente flotar y estirar. La sensación de ligereza que ofrece el agua también ayuda mucho cuando hay cansancio o fatiga acumulada.
Kinesiterapia
Este nombre puede sonar raro, pero es muy sencillo: se trata de trabajar el movimiento de forma activa y guiada. La kinesiterapia busca recuperar la movilidad articular, mejorar la postura, fortalecer los músculos debilitados y evitar compensaciones que a la larga generen molestias.
Componentes del tratamiento de fisioterapia oncológica
Vendajes y prendas de compresión
Cuando aparece hinchazón en brazos o piernas después del tratamiento, lo más habitual es que se use un vendaje especial o una prenda de compresión. Sirven para ayudar al cuerpo a mover mejor los líquidos que se acumulan, sobre todo cuando hay linfedema. Los vendajes se colocan por fases, apretando con cuidado, y después, cuando la inflamación ha bajado, se pasa a usar una manga o media de compresión, hecha a medida.
Ejercicios de movilidad y fuerza
Después de una operación o un tratamiento largo, es normal que el cuerpo pierda algo de fuerza o se vuelva más rígido. Para eso, la fisioterapia trabaja con ejercicios muy concretos: estiramientos suaves, pequeños movimientos para recuperar la movilidad de hombros, brazos o piernas, y poco a poco ejercicios para volver a ganar fuerza. Se empieza con lo más básico y se va subiendo de nivel según cómo se sienta la persona.
Tratamiento de cicatrices
Las cicatrices no solo están en la piel. A veces tiran, molestan o limitan ciertos movimientos. Por eso los fisioterapeutas también trabajan sobre ellas. Lo hacen con masajes suaves, estiramientos y otras técnicas manuales que ayudan a que la piel recupere elasticidad y se integre bien con el resto del tejido.
Ejercicios respiratorios
Respirar bien es algo que damos por hecho… hasta que cuesta. Después de algunas cirugías, sobre todo de pecho o abdomen, o tras pasar mucho tiempo en reposo, la respiración puede volverse más superficial. Aquí los ejercicios respiratorios ayudan mucho: aprender a llenar bien los pulmones, a usar el diafragma y a soltar el aire con calma mejora el cansancio, el sueño y hasta el ánimo.
Personalización del tratamiento
Adaptación según el tipo de cáncer
No todos los cánceres afectan igual ni requieren el mismo tipo de apoyo. Por eso, en fisioterapia oncológica no hay un único plan que valga para todos. Se adapta. Por ejemplo, cuando se trata de cáncer de mama, lo habitual es trabajar la movilidad del brazo y hombro, además de prevenir problemas como el linfedema. En el cáncer de próstata, en cambio, se trabaja sobre todo el suelo pélvico para mejorar el control de la orina.
Evaluación individualizada de las necesidades del paciente
Antes de empezar, lo primero es escuchar. Cada paciente llega con una historia distinta: tratamientos, operaciones, efectos secundarios, miedos, límites. Por eso el primer paso siempre es hacer una valoración completa. Se mira cómo se mueve, cuánta fuerza tiene, si hay zonas doloridas, cómo está su respiración, su equilibrio, su energía. Todo. Con esa información, el fisioterapeuta diseña un plan a medida.
Tipos de cáncer tratados con fisioterapia oncológica
La fisioterapia oncológica se puede aplicar en muchos tipos de cáncer. Estos son algunos ejemplos concretos:
- Cáncer de mama: se trabaja la movilidad del brazo, el cuidado de cicatrices y la prevención del linfedema.
- Cáncer de próstata: ejercicios para recuperar el control del suelo pélvico y evitar pérdidas de orina.
- Cáncer de pulmón: técnicas para respirar mejor, toser con menos esfuerzo y reducir la fatiga.
- Cáncer ginecológico: ejercicios pélvicos, trabajo postural y tratamiento de cicatrices tras cirugía.
- Cáncer colorrectal: fortalecimiento abdominal y control del suelo pélvico.
- Sarcomas: recuperación de fuerza y movilidad tras operaciones o tratamientos intensos.
- Cáncer de cabeza y cuello: ejercicios para tragar mejor, relajar la mandíbula y ganar movilidad en el cuello.
La fisioterapia oncológica va mucho más allá de mover el cuerpo: ayuda a recuperar fuerza, a respirar mejor, a aliviar molestias, pero también a volver a confiar en el propio cuerpo, paso a paso. Todo ese trabajo, tan técnico como humano, lo hacen profesionales formados con una visión integral y muy consciente del impacto que tiene su labor. Si después de leer todo esto te interesa saber más o incluso dedicarte a ello, puedes echar un vistazo al Grado en Fisioterapia de UNIE, donde preparan a los futuros fisioterapeutas con un enfoque moderno, práctico y muy conectado con las necesidades reales de los pacientes.